Estos
seres ya tenían un cuerpo de serpiente, pero poseían ya unas patas y
desarrollaron la capacidad de volar y lanzar fuego. Aunque pertenencían a los
dragones serpiente, podían sostenerse en dos patas y su aliento seguía siendo
venenoso. Medían de 30 a 50 metros de largo y eran terriblemente fuertes. Sus
patas les servían como las usan las aves de carroña, tales como el águila. Las
clavaban en su presa con sus uñas desgarrando su piel. Alcanzan grandes
alturas, aprovechando las tormentas, la unión de las nubes y se mueven a gran
velocidad dependiendo el viento que les rodea. Aprovechan el movimiento de la
lluvia y se dice que cuando pasan devastan grandes extensiones de tierra. Ellos
a diferencia del ampitere no tienen un territorio específico, mientras haya
nubes donde moverse, pueden atravesar todo
el planeta. Ellos pueden llegar a generar tormentas eléctricas por sus
movimientos rápidos. Bajan por los rayos que caen a la tierra siguiendo la
dirección o incluso se pueden transformar en estos. Generalmente andan en grupo
excepto cuando cazan. Son los más inaccesibles al hombre, ya que solo bajan muy rara vez. Pueden estar mucho tiempo sin alimento, ya que su cuerpo está
formado de aire principalmente o bien por rayos, eso depende del nivel
evolutivo del lindorm. Cuando son jóvenes prefieren no acercarse a las
tormentas, sin embargo, empujan las nubes para que los adultos generen
tormentas con su energía.
Las crestas de
los lindorm de aire son imperceptibles, mientras que la de los adultos generan
luz constante. Los lindorm son cazadores
de tormentas y se pudieran llegar a confundir con los dragones imperiales. La diferencia es que el imperial tiene un acercamiento con el ser humano.
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